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El diálogo, 1

Introducción

El diálogo es una de las herramientas más importantes que un escritor tiene a su alcance.

Es difícil no estar de acuerdo con esta afirmación. Considerado una de las estructuras textuales1 fundamentales en lingüística (junto a la exposición, la argumentación, la descripción y la narración), el diálogo nos permite ceder el testigo de una historia a sus verdaderos protagonistas: los personajes.

Pero vayamos por partes. ¿Qué es el diálogo?

Si acudimos al DUE,2 en la voz ‘diálogo’, segunda acepción, encontramos esto:

«Conjunto de las palabras que intercambian los personajes de una obra de teatro, una película o una narración».

Esta definición nos aclara qué es el diálogo: la representación de lo que dicen los personajes de una narración.

Se infiere de esta definición, también, que en un diálogo deben participar al menos dos personajes, aunque esto no es del todo cierto: los soliloquios y los monólogos son la excepción.

(En un soliloquio, un personaje habla en voz alta, para sí mismo; en un monólogo, en cambio, el personaje se dirige a un público).

Entre las principales ventajas que presenta el diálogo, cabe destacar las siguientes:

―credibilidad: al representar una conversación, sin apenas injerencias del narrador, lo narrado cobra credibilidad ante nuestros ojos al poder escuchar las voces de los personajes de forma directa, como si estuviéramos en su presencia sin ser advertidos;

―dinamismo: el diálogo nos permite ofrecer información de forma ágil y, si está bien trabajado, sutil;

―caracterización: junto a la introspección, es el principal modo narrativo3 para dar vida a los personajes y profundizar en su caracterización.

Tipos de diálogo

En los relatos en prosa se pueden representar lo que dicen los personajes mediante dos formas de diálogo diferentes:

§ Discurso o estilo directo: se transcribe de forma literal lo que dicen los personajes. Es el objeto de este artículo.

Ejemplo:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan.

§ Discurso o estilo indirecto: se transcribe mediante el discurso del narrador lo que dicen los personajes. (Habitualmente, el parlamento del personaje se introduce mediante oraciones subordinadas, lo cual hace que sea un estilo algo tedioso si se emplea en conversaciones largas).

Ejemplo:

Juan le dijo a Pedro que lo había sabido todo ese tiempo.

Los lectores más avezados habrán echado en falta al menos otro estilo discursivo: el discurso o estilo indirecto libre; en algunas clasificaciones se contempla también el discurso o estilo directo libre. No abundaremos más sobre estos estilos, pues como dije antes, nos centraremos en el estilo más extendido (y por buenos motivos) en la narrativa: el estilo directo.

Partes del diálogo

El diálogo se compone de dos partes fundamentales: parlamento e inciso.

El parlamento cita de forma directa lo que dicen los personajes.

El inciso, por otro lado, es el conjunto de aclaraciones del narrador. En castellano, el inciso en los diálogos se marca con la raya (―), como veremos más adelante. El inciso permite al narrador hacer las indicaciones oportunas: aclarar quién dijo qué a quién, de qué forma, o hacer acotaciones simultáneas al diálogo.

El uso principal del inciso es la atribución del parlamento, esto es, señalar quién ha dicho lo citado. Esto se hace mediante los llamados verbos declarativos, de habla o de comunicación, conocidos también como verba dicendi (en singular, verbum dicendi), o simplemente, dicendi.4

El más común de todos estos verbos es decir, como habrán sospechado ya nuestros lectores. Es el dicendi por excelencia, considerado como neutro.

¿Qué significa que un dicendi sea más o menos neutro?

Veámoslo mediante estos ejemplos:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan.
―Lo has sabido todo este tiempo ―respondió Juan.
―Lo has sabido todo este tiempo ―protestó Juan.
―Lo has sabido todo este tiempo ―masculló Juan.

En los dos primeros ejemplos, el dicendi efectúa la atribución del parlamento sin añadir matices de significado, aunque se puede decir que respondió sí que establece un pequeño matiz: Juan está respondiendo, por lo que otro personaje debe de haber hablado antes que él.

Sin embargo, en los otros dos ejemplos, el dicendi introduce un significado adicional (que dependerá, por cierto, de la objetividad de nuestro narrador). Protestar implica rechazo hacia alguien o algo; mascullar, una forma de hablar deficiente, debido a circunstancias psíquicas o físicas (el personaje está demasiado afectado como para hablar bien, o está herido, por ejemplo). De esta forma, un dicendi puede actuar a todos los efectos como un verbo de influencia.5

En posteriores entregas de esta serie ahondaremos en este tema, pero cabe decir que el escritor ha de tener especial cuidado con los dicendi que emplea. Muchas veces, en aras de la variedad, se emplean dicendi que añaden matices de significado innecesarios o poco adecuados.

Hay una regla de oro a este respecto: ante la duda, usa decir. No te equivocarás.

Por último, cabe añadir que los incisos de atribución solo se deberían usar en caso de que sean necesarios o proporcionen información pertinente. Veámoslo en el siguiente ejemplo:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―. Y no me lo contaste.
―Lo siento ―dijo Ana―. Pero no podía contártelo.
―¿Por qué? ―dijo Juan.
―No insistas, por favor… ―dijo Ana.
―¡Dímelo! ―dijo Juan.

Como puede apreciarse, las atribuciones del diálogo resultan innecesarias a partir del segundo parlamento. Quedaría mejor así:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―. Y no me lo contaste.
―Lo siento ―dijo Ana―. Pero no podía contártelo.
―¿Por qué?
―No insistas, por favor…
―¡Dímelo!

Uso de la raya

Consideraciones ortotipográficas previas

Como dijimos antes, los incisos del narrador en el diálogo se marcan en castellano mediante el signo ortográfico de la raya.

La raya es un signo constituido por un trazo horizontal, cuyo ancho equivale a un cuadratín6 del cuerpo con el que se compone un texto.

En algunos textos se conoce a la raya como guion largo, algo incorrecto; en tipografía, tradicionalmente se llamaba a este signo menos. La raya puede funcionar como signo doble (a semejanza del paréntesis, por ejemplo) o simple.

Para representar la raya se usa con mucha frecuencia el carácter conocido como em dash, al que corresponde el código U + 2014 en Unicode, Alt + 0151 en Alt code (Windows) y la combinación Opt. + – en Mac.

Sin embargo, es mucho más recomendable emplear el carácter horizontal bar (U + 2015), sobre todo para textos destinados a impresión física, siempre y cuando la fuente tipográfica empleada lo permita.7

Veamos por qué con estos dos ejemplos:

Como puede apreciarse, en el primer ejemplo el carácter em dash no se comporta todo lo bien que nos gustaría cuando la raya se encuentra a final de una línea, pues lo deseable sería que permaneciera pegada al inciso al cual afecta. En el segundo ejemplo, en el que se ha empleado el carácter horizontal bar, el comportamiento es el deseable (y correcto desde el punto de vista ortotipográfico).8

(Para más información, recomiendo la siguiente lectura: Rayas de inciso y de diálogo, de Javier Bezos).

Particularidades del uso de la raya

Para abordar las particularidades del uso de la raya en los diálogos estableceremos cuatro casos, de menor a mayor complejidad:

Primer caso: Parlamento simple

En el caso más sencillo, un parlamento sin inciso, la raya se emplea como signo simple:

―Lo has sabido todo este tiempo.

Como se observa en el ejemplo, la raya va pegada al parlamento del personaje. El parlamento comenzará con mayúscula inicial, salvo que se quiera representar que este está incompleto. En tal caso, se emplearán los puntos suspensivos y se dejará un espacio tras estos, así:

―… lo has sabido todo este tiempo.

Segundo caso: Parlamento con inciso simple

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan.

En este caso, el parlamento tiene un inciso simple, un dicendi en el ejemplo mostrado arriba.

El inciso comienza siempre en minúscula si se trata de un dicendi, aunque el signo de cierre del parlamento pida la mayúscula:

―¡Lo has sabido todo este tiempo! ―dijo Juan.

En el caso de que el inciso no sea un dicendi, este comenzará con mayúscula inicial y el parlamento terminará con un punto:

―Lo has sabido todo este tiempo. ―Juan, enfurecido, abandonó la habitación dando un portazo.

Si el parlamento finaliza con un signo indicador de modalidad (signos de interrogación, exclamación y puntos suspensivos), el punto será innecesario al tener estos su mismo valor:

―¿Lo has sabido todo este tiempo? ―Juan, enfurecido, abandonó la habitación dando un portazo.

―¡Lo has sabido todo este tiempo! ―Juan, enfurecido, abandonó la habitación dando un portazo.

―Lo has sabido todo este tiempo… ―Juan, enfurecido, abandonó la habitación dando un portazo.

Nótese, además, que no se emplea una segunda raya para cerrar el inciso, aunque (por incongruente que pueda parecer) la RAE9 sí la exige cuando este signo se emplea para delimitar incisos en una oración, como alternativa al paréntesis.10

De esta forma, estos dos ejemplos son incorrectos según la RAE:

*—¡Lo has sabido todo este tiempo! ―dijo Juan―.

*Juan y Pedro llegaron a la estación en ruinas ―la habían cerrado en 1924, recordó Juan.

Tercer caso. Parlamento con incisos complejos

En este tercer caso, el inciso se coloca en mitad del parlamento.

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―. Y no me lo contaste.

Como puede observarse en el ejemplo, esta vez sí se emplea la raya como signo doble para delimitar el inciso.

Existen varias particularidades en este caso:

a) El inciso comienza con un verbum dicendi:

El inciso va en minúscula, como en el anterior caso; si está situado antes de un signo delimitador (coma, punto y coma, dos puntos), este se colocará después de la raya de cierre:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―, y no me lo contaste.

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―; y no me lo contaste.

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan―: y no me lo contaste.

Hay una excepción: los puntos suspensivos se colocarán antes, al ser un signo indicador de modalidad:

―Lo has sabido todo este tiempo… ―dijo Juan― y no me lo contaste.

En el caso de que el inciso finalice con dos puntos, estos se situarán, como en los casos anteriores, después de la raya de cierre:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan, y después de un rato añadió―: ¿Cómo has podido hacerme esto?

El inciso no tiene por qué limitarse al verbum dicendi; puede incluir descripciones, introspecciones y demás acotaciones del narrador. Por ejemplo:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan, furioso, mientras apretaba los puños hasta emblanquecer los nudillos―. Y no me lo contaste.

Aunque no muy ortodoxo, en principio es válido incluir signos delimitadores con valor de punto en el interior del inciso. Veamos este ejemplo:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan, furioso. Apretó los puños hasta emblanquecer los nudillos―. Y no me lo contaste.

O este otro:

―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan, furioso, mientras apretaba los puños hasta emblanquecer los nudillos. ¿Cómo se atrevía Pedro a hacerle esto?―. Y no me lo contaste.

Pero en ningún caso el inciso ha de cerrarse con punto, como en este ejemplo incorrecto:

*―Lo has sabido todo este tiempo ―dijo Juan, furioso.―. Y no me lo contaste.

c) El inciso no comienza con un verbum dicendi:

En este particular, el parlamento termina con punto (salvo que lo haga con un signo con valor de punto) y el inciso con mayúscula, como hemos visto anteriormente, pero esta vez, dado que el parlamento continúa, se emplea raya de cierre y punto detrás de esta:

―Lo has sabido todo este tiempo. ―Fuera de sí, Juan lo miraba con desprecio, apretados los puños―. Y no me lo contaste.

De igual forma que ocurriría de comenzar con un verbum dicendi, si el inciso acaba con dos puntos, estos se situarán después de la raya de cierre en sustitución del punto:

―Lo has sabido todo este tiempo. ―Fuera de sí, Juan lo miraba con desprecio, apretados los puños; después añadió―: Y no me lo contaste.

Insisto: al no comenzar con un verbum dicendi, se exige punto (o un signo con valor de punto) para finalizar el parlamento afectado por el inciso. Por lo tanto, el siguiente ejemplo sería incorrecto:

*―Lo has sabido todo este tiempo ―Fuera de sí, Juan lo miraba con desprecio, apretados los puños―; y no me lo contaste.

Hay una única excepción. Si el inciso se coloca en mitad del parlamento, interrumpiéndolo, no comenzará con mayúscula inicial ni será necesario signo con valor de punto:

―Lo has sabido todo este tiempo ―fuera de sí, Juan lo miraba con desprecio, apretados los puños― y no me lo contaste.

Cuarto caso. Un mismo parlamento en varios párrafos

Las comillas de seguir (») se emplean cuando el parlamento de un mismo personaje ocupa varios párrafos:

―Lo has sabido todo este tiempo. ―Juan lo miró con desprecio y apretó los puños.

»Y no me lo contaste.

Solo se emplea una comilla latina, la de cierre, la cual se coloca pegada al parlamento como si fuera una raya. La única excepción es que el parlamento comience con puntos suspensivos, como puede verse en el ejemplo a continuación:

―Lo has sabido todo este tiempo… ―Juan lo miró con desprecio y apretó los puños.

»… y no me lo contaste.

Si el parlamento del personaje ocupa varios párrafos, se colocarán tantas comillas de seguir como sean precisas:

―Lo has sabido todo este tiempo. ―Juan lo miró con desprecio y apretó los puños.

»Y no me lo contaste, pese a todo lo que he hecho por ti…

»¿Es que no tienes nada que decir? Ya veo que no…

»Vete. Vete y no vuelvas. ¡Vete!

Consideraciones finales

En esta primera entrega he abordado, de forma sucinta, en qué consiste el diálogo de discurso directo y las formas de representarlo. En las siguientes tocará ahondar en el juego que ofrecen sus distintos aspectos: las acotaciones del narrador, las implicaciones del uso de verba dicendi distintos a decir y las distintas estrategias para mejorar la caracterización de nuestros personajes.

Bibliografía

  • MARTÍNEZ DE SOUSA, José: Diccionario de dudas y usos del español actual, 4.ª ed., Gijón: TREA, 2008a.
  • MARTÍNEZ DE SOUSA, José: Ortografía y ortotipografía del español actual, 2.ª ed., Gijón: TREA, 2008b.
  • MARTÍNEZ DE SOUSA, José: Manual de estilo de la lengua española, 4.ª ed., Gijón: TREA, 2012.
  • MOLINER, María: Diccionario de uso del español, 3.ª versión. Madrid: Gredos, 2007.
  • REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 22.ª ed. Madrid: Espasa-Calpe, 2001.
  • REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario panhispánico de dudas, 2.ª ed. Madrid: Santillana, 2005.
  • REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Ortografía de la lengua española, Madrid: Espasa Libros, 2010.
  1. Las estructuras textuales son las distintas formas en las que se organiza la información de un texto, tanto en cuanto a la forma como al fondo o contenido. (Para más información, recomiendo esta lectura: Estructura textual). []
  2. Diccionario del uso del español, de María Moliner. []
  3. Los modos narrativos parten del desarrollo de la narración, una de las cinco formas de discurso clásicas. Son las distintas formas de expresión que adoptan los textos narrativos, en cuanto a forma y función. No hay consenso en la clasificación de los modos narrativos, pero casi todas las tipologías incluyen los siguientes: descripción, exposición, introspección, diálogo y transición. []
  4. Las perífrasis verbales cuyo verbo principal sea un verbo de comunicación (por ejemplo, tratar de decir) deberían considerarse como un dicendi a todos los efectos. []
  5. Los «verbos de influencia» expresan acciones cuyo objetivo es influir en alguien para que lleve a cabo algo. Por ejemplo, autorizar, animar, ordenar, invitar, permitir, exhortar, recomendar, etcétera. []
  6. Antes de la autoedición, el cuadratín era una pieza de metal que se colocaba entre las letras para dejar espacios en lo impreso. []
  7. Lamentablemente, no todas las fuentes de letra incluyen este signo. Para evitar el comportamiento indeseable del em dash puede utilizarse, en programas de maquetación como Adobe InDesign, el siguiente trucos: asignar el atributo «No break» a todas las rayas del texto. []
  8. Cabe señalar que cuando se maqueta un texto hay una opción alternativa para evitar el comportamiento indeseable del em dash: en InDesign, por ejemplo, basta con marcar todas las rayas con un estilo de carácter que incluya el atributo no break. Mano de santo. []
  9. Real Academia Española. []
  10. No hay un motivo ―más allá de la costumbre― que justifique esta incongruencia, en realidad. El lexicógrafo José Martínez de Sousa aboga por suprimir la raya de cierre cuando esta actúa como delimitador de un inciso y se sitúa al final del enunciado. (V. Martínez, 2008b, § 10.5.12.5.2). []