Esto es solo el principio

Bueno, pues ya está. Terminé la novela.
Lector hipotético: ¿Ah, pero estabas escribiendo una novela?
Sí. Hace muchos años, tantos que me da vergüenza contarlos. En varias entradas antiguas de este blog ―por si acaso, no las busquen, las borré hace tiempo― contaba de forma somera el proceso ―léase: ordalía― de escribir esta novela.
Lo irónico del asunto es que cuando escribí esas entradas creía que la reescritura sería trabajo de unos cuantos meses. Poca cosa, me dije, animado, cuando vi el rimero de folios frente a mí.
Luego, ay, esos meses empezaron a contarse en múltiplos de doce.

Este era el primer borrador «definitivo»; definitivamente, no lo era
Este era el primer borrador «definitivo» de la novela; obviamente, me equivocaba

En fin. La historia sería larga y farragosa de contar; en alguna entrada resumiré lo que ―creo, espero― haber aprendido de los errores cometidos durante la escritura de esta novela.

L: ¿Y cómo se llama?
Ah, perdón: Sombras y ceniza. No sé si será el título definitivo o solo provisional, pero dejémoslo así de momento, si no les importa. Es una novela de género fantástico, de unas 240 000 palabras (unas 685 páginas) de extensión, autoconclusiva (menos mal).
La acción transcurre en la ciudad de Mur’ubi, en el mundo de Últer, un mundo que podríamos considerar como low fantasy. Esto es: es ficticio, pero muy similar a nuestro mundo. No esperéis dragones, elfos, ni magia. (O quizá un poco de lo último. Tiempo al tiempo).

L: Ah, bien. ¿Y de qué va?
Buena pregunta. Aún no he preparado una sinopsis ni un elevator pitch de esos, porque si hay algo difícil para un escritor es hablar ―resumidamente― de su obra. Pero algo sí que tengo, veamos:

Año 294 después del Azote: en la próspera Mur’ubi, enclave estratégico para el dominio marítimo del mundo conocido, un brutal asesinato desencadena una lid de sangre entre las dos facciones rivales que controlan la ciudad, los Mur Teryed y los Mur Asyb, mientras que una conspiración fraguada en las sombras amenaza con cambiar el orden establecido.
Cuatro hombres se verán envueltos en los acontecimientos que moldearán el futuro de Mur’ubi y el amanecer de una nueva era, marcada por la supremacía de las armas de trueno, los buques de guerra y la pugna entre las naciones occidentales y el Imperio taibnio:

Naúd, aprendiz de una hermandad de asesinos que rinde culto a Nur’ebli, la Madre, descubrirá que toda su vida no ha sido más que un espejismo. Su búsqueda para descubrir la verdad sobre su pasado cambiará su vida y la de sus allegados, para siempre.

Zaiel, antes capitán de guerra de la Armada, ahora senescal de Mur’ubi, vive a la sombra de un hombre considerado como una leyenda viva, el cual murió en extrañas circunstancias. Ante la tormenta que barrunta en el horizonte, teme no estar a su altura cuando los acontecimientos lo exijan.

Faruh, ciego y tullido tras la célebre batalla de Verdesaguas, medra en las calles de Mur’ubi como decidor, mendigo, alcahuete, correveidile y otras muchas más cosas, mientras desespera por cumplir una promesa que lo ata más fuerte que cualquier cadena.

Nezaj, anciano patriarca de los Mur Asyb y egregio del Cónclave, lucha con denuedo para mantener el ascendiente de su linaje en una guerra sutil pero despiadada: la política de Mur’ubi.

L: Bueno, ¿cuándo podré leerla?
Buena pregunta. Afortunadamente, ahora estoy completamente seguro de que lo que tengo entre manos es un borrador definitivo de la novela. Aún queda peinarla, por así decirlo, y ver cómo la pongo en el mundo.
Este es el primero de unas cuantas entradas en las que quiero compartir con vosotros el proceso de ‘posproducción’, por así decirlo, de la novela. Esto es: del borrador a su publicación, sea mediante una editorial o mediante plataformas de autopublicación.
Dicho esto, no tengo ni la más remota idea de cuánto tiempo me llevará todo este proceso. Pero no desesperen. Tengo un plan. Y varias listas de cosas por hacer. Tal que estas:

1. Revisión narrativa.
2. Corrección de estilo.
3. Envío a lectores beta.
4. Revisión según comentarios de los lectores beta.

En sucesivas entradas iré desgranando estas fases. Aunque creo que a nuestro lector hipotético le gustaría decir algo:

L: Un momento, ¿revisión narrativa? Pero ¿no dijiste antes que tienes ya un borrador definitivo?
Sí, eso es: un borrador. Eso significa que no me planteo cambios sustanciales ―ya los hice―, sino una revisión narrativa: en esencia, revisar la continuidad y la coherencia del argumento, los personajes y el trasfondo en su conjunto. Así evitamos que una fecha no coincida, que llueva a cántaros al principio de una escena y al final de esta luzca el sol y el suelo esté seco, que un personaje descrito como rubio luego sea moreno, y cosas así.

Bueno, sigamos; a partir de aquí, tengo dos opciones obvias:

A) Publicación tradicional:
1. Selección de editoriales.
2. Envío a editoriales seleccionadas: preparación del manuscrito, propuesta editorial y carta de presentación.
3. Respuesta (?!).

B) Autopublicación:
1. Maquetación.
a. Preparación de la cubierta: encontrar un ilustrador, diseñar el lettering, hacer la composición final.
b. Maquetación en formato físico.
c. Maquetación en formato electrónico.
2. Corrección de pruebas.
3. Autopublicación en las distintas plataformas.

Ambos planes son excluyentes, en principio, pero pueden simultanearse. Esto es: como más me vale esperar sentado la respuesta de las editoriales, bien puedo ir preparando la novela para su autopublicación.

L: ¿En serio esperas poder publicarla con una editorial?
Realmente, la probabilidad ―no cabe engañarse― es mínima, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de la primera novela de un autor desconocido; la extensión tampoco ayuda (creo que lo idóneo para una novela de fantasía es un máximo de unas 400 páginas).

L: Entonces, ¿por qué no la autopublicas, y ya está?
Bien podría. Pero como me decía mi madre, que en paz descanse, el no ya lo tengo. Y que conste, sí, yo llevo abogando por la autopublicación desde hace tiempo; los remito a estas entradas: «Autoedición digital o el nuevo parnaso» y «Sobre la autopublicación y otras hogueras de las vanidades».
Pero seamos francos, la publicación tradicional, hoy por hoy, aún tiene mucho atractivo. Demasiado como para no intentarlo, al menos. Ojo, ambas opciones no son incompatibles: de hecho, cada vez hay más autores híbridos, que autopublican ciertas obras y venden a las editoriales otras. Buena cosa, por cierto.

Bien. Creo que para comenzar es más que suficiente. Como ya dije, prometo tenerles al tanto de mis progresos.