Tras muchos años en los que este blog estaba en barbecho (léase: prácticamente muerto), creo que es hora de retomarlo (por que no está muerto lo que está en barbecho, oigan). Con qué regularidad, no puedo ni quiero afirmarlo. Que luego igual la cosa queda en agua de borrajas.

Así que dicho queda: prometo prodigarme más por aquí. He aprovechado para reestructurar la web, revisar las entradas antiguas y eliminar las que no quería conservar. Falta hacía.

También he decidido añadir una nueva sección, a la que llamaré Ludus (porque el latín me mola y sí, soy así de pedante). En ella tocaré, según apetencia y oportunidad, una de mis pasiones de toda la vida: los juegos de simulación y rol.1 Esta amplia categoría incluye wargames2 y juegos de tablero.

Ahora viene la batallita…

En 2020, en plena pandemia, retomé los juegos de rol y fue una experiencia memorable… hasta que dejó de serlo. El problema aquí no es el juego en sí. Los juegos de rol son muy interesantes y recomendables. En mi época, jugué a los clásicos (AD&D y los d100 de Chaosium, como Rune Quest, La llamada de Cthulhu y Stormbringer); al volver a familiarizarme con estos juegos, tuve que asimilar unos 20 años de evolución, que se dice pronto.

Aunque resultó algo abrumador, fue muy estimulante comprobar cómo habían evolucionado los juegos de rol, a muchos niveles: mecánicas, temáticas, profundidad… Incluso la percepción de estos juegos ha cambiado (y mucho). De la casi absoluta marginalidad con tintes sospechosos (lejanos, muy lejanos son los días en los que jugar a rol era «esa cosa rara») a una sana y relativa normalización de la actividad.

Todo esto está muy bien, ¿no? Sí, pero no encaja en mi situación actual. Los juegos de rol requieren tiempo, amplia dedicación y, además, contar con un grupo estable para jugar. Sí, sé que existen partidas esporádicas (one-shot, las llaman) con grupos de completos desconocidos, pero la verdad es que no me llaman.

Así que decidí explorar otras opciones que no dependieran de tener un grupo de jugadores. Encontré la horma de mi zapato en los juegos de tablero y, en especial, los de miniaturas. Al cabo, eso me llevó a retomar otra afición largo tiempo olvidada: la del modelismo. Y hete aquí que, con 45 años largos, me vi retomando el pincel y con los dedos pegados de cianocrilato (ouch).

Pese a que me resistía a ello, al cabo comprendí que los juegos de miniaturas son una afición con dos facetas retroalimentadas: por un lado, está el juego en sí y, por otro, la laboriosa preparación de sus elementos (montar y pintar miniaturas y escenografía, fundamentalmente). Si no disfrutas ambas facetas, la afición se queda coja.

Y aunque, como decía, tuve mis reticencias, he descubierto que preparar los elementos de una partida me relaja tanto como ilusiona. Montar una figura, imprimarla, elegir un esquema de color y luego pintarla es un trabajo arduo pero muy satisfactorio.

A qué estoy jugando ahora

Siento especial debilidad por los juegos de miniaturas llamados «agnósticos». Explicado para un profano, son juegos con reglas «a pelo», sin que haya una línea de figuras y accesorios relacionada. En la práctica, esto te evita el afán coleccionista y te evita la avalancha de actualizaciones, expansiones y accesorios que te impone una compañía (GW, no te estoy mirando; FFG… ¿adónde vas?).

Gaslands

Adicionalmente, estos juegos cuentan con estas ventajas:

  1. Son más económicos. Por un buen margen, además (GW, ahora sí que te estoy mirando).
  2. Estimulan la creatividad y el háztelo-tú-mismo (DIY, do-it-yourself, para los gringos).
  3. Tienen (por lo general, ojo) menos elementos, lo cual conlleva, a su vez, menor tiempo de preparación de la partida y mayor facilidad de almacenaje.3

Actualmente juego con cierta regularidad a Gaslands, Gloomhaven, Zombicide y, cuando se alinean los astros (léase: mis dos bestezuelas), a Fábulas de peluche. En proyecto, estoy preparando una campaña de Mordheim a pachas con un amigo (un saludo, Jaime) y otra de Zona Alfa.

Qué esperar de esta sección

Esta nueva sección no va a ser el tema principal del blog, que sigue siendo la literatura y mi vida-obra-milagros. Pero, de tanto en tanto, no descarto subir comentarios sobre juegos, partidas y añadidos de reglas.4

Avisados quedan.


  1. No sabía cómo poner esto. Nótese cuán diferente es aquí el número del sustantivo: si decimos que Juanito se aficiona al juego no es lo mismo, vaya que no, que si se aficiona a los juegos []
  2. Uso el barbarismo a mi pesar. Juegos de guerra me suena a lata []
  3. No es asunto baladí este. Ha sido uno de los motivos por los que he dejado apartado, al menos por ahora, el juego X-Wing. Acabé abrumado por la ingente cantidad de elementos de juego: cartas, diales, bases, fichas, accesorios, etc. Una pesadilla organizativa que alargaba la preparación del juego hasta una hora larga. Demasiado para mis nervios y mi TOC por el orden. []
  4. No lo puedo evitar: me encanta modificar con reglas caseras los reglamentos de los juegos que me gustan. []