Próximamente: Ratas en el callejón, edición física

Probablemente me repito, pero no considero que he terminado un proyecto literario hasta que no tengo en mis manos la edición física. El libro de marras, vamos. Sé que es absurdo, dada mi condición de autor autopublicado —cuyo mercado, si acaso, es casi exclusivamente digital—; pero es más fuerte que yo. Necesito tener en las manos una copia del libro. Palpar la cosa, a lo Tomás (el apóstol).

Así que, aunque quería tomarme una o dos semanas de asueto a fin de acometer con renovadas energías el siguiente libro (Homini lupus, la segunda parte de los Cuentos escabrosos), la compulsión anterior y quizá el efecto descrito por una señora rusa (de buen nombre Bliuma Zeigárnik) me han impelido a maquetar las ediciones físicas (rústica y cartoné) de Ratas en el callejón.

Me encanta maquetar libros. He tenido la suerte de maquetar la tripa de bastantes libros cuando trabajaba como corrector y maquetador; tras volver a mi oficio por cuenta ajena, maquetar mis propios libros es la única forma de no perder esa destreza. (El diseño de cubiertas también me apasiona, pero, ay, es un área pendiente de mejora).

Sea como fuere, para la edición física de los Cuentos escabrosos quería probar algo nuevo.

En primer lugar, fijar, a modo de colección, una serie de señas: el lomo, por ejemplo, cuyo diseño ha bailado entre las ediciones de Sombras y ceniza y Runas de sangre; también características claves de la tripa, como la caja y la estructura de los principios y finales.

En segundo lugar, quería usar portadillas ilustradas para cada cuento. Me refiero, naturalmente, no a la anteportada, sino a una hoja con el título del cuento en la página impar (el recto) y una pieza gráfica en la par (el verso).1

Se entenderá mejor si se las muestro (siguiendo su orden de aparición):

Tuve la tentación, por cierto, de que el fondo de las portadillas fuera negro, pero el pudor me lo impidió. Las páginas de fondo negro pueden tener su aquel, pero son, seamos francos, un desperdicio de tinta difícilmente justificable.

Las portadillas son más frecuentes en la literatura infantil (en los libros de cuentos y fábulas) y no tanto en la literatura general. De alguna forma, en el contexto de un libro de cuentos como los de Ratas en el callejón, estas ilustraciones me retrotraen a las series y películas de «miedo» de los 80 (Misterio, Cuentos de la cripta, Más allá de los límites de la realidad, Creepshow) con las que crecí. Ese fue probablemente el disparador. Así que me puse a buscar fotos que representasen algún aspecto simbólico de cada cuento, sin caer en lo ramplón. No fue tan sencillo como me había figurado, sobre todo en algunos casos.

Por último, estoy sopesando incluirlas en la edición digital. En principio, había descartado la idea, ya que no es lo mismo, por obvias razones, pasar páginas en un lector de ebooks que en un libro; y, además, esto aumentaría de forma innecesaria el peso del archivo (de 1 a casi 6 MB, que se dice pronto). Sin embargo, quizá cambie de opinión más adelante.

Dicho todo esto, espero poder tener la edición física en breve. Los mantendré informados.

  1. Sé que suena fatal, sobre todo el primero, pero es el término correcto: Recto y verso. []