Capitán Blood, de Rafael Sabatini

Capitan_Blood_Rafael_SabatiniAyer, mientras ordenaba mi biblioteca, me topé con un título que tengo pendiente de releer: Capitán Blood (Edhasa, 2004), de Rafael Sabatini. Solo he leído dos novelas del italiano, y aunque esta no es mi favorita (es difícil competir con el encanto y frescura de Scaramouche), guardo un grato recuerdo de su lectura.

Para los que no conozcan a Rafael Sabatini (1875-1950) haré una breve semblanza: italiano, nacido de madre inglesa y padre también italiano, fue un aclamado escritor de novelas de aventuras (folletines me cuadra mejor, aunque suene despectivo) que alcanzó el éxito tras 25 años de carrera literaria (tomen nota, aspirantes a literatos: otra prueba de que la constancia rinde frutos y de que el talento está sobrevalorado).

Hasta su muerte en 1950, Sabatini escribió más de 30 novelas. Quizá la más conocida (y la responsable de catapultarlo al éxito), Scaramouche, fue adaptada al cine en 1923 y 1952; esta última versión es, para muchos, una de las mejores películas —si no la mejor— del cine de capa y espada.

La reseña que sigue a continuación tiene más de cinco años. He decidido rescatarla para esta bitácora, así que aquí la tenéis:

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Guillermo I de Orange, principal impulsor de la Leyenda Negra española con su escrito Apología, puso el primer ladrillo de una de las más hábiles y exitosas manipulaciones propagandísticas de la historia.

Mediante esta leyenda negra, los historiadores y supuestos hispanistas anglosajones pintaron el pasado español con tonos sombríos, caracterizando al español como un pueblo intolerante, oscuro y profundamente racista. (Naturalmente, los hijos de la pérfida Albión no tienen nada que ver con estos terribles baldones. Faltaría más.)

Capitán Blood, de Rafael Sabatini, no es ajena a esta interpretación tan sesgada de la historia. Avisado queda el lector de que al acometer su lectura tendrá que perdonar aunque no olvidar que los españoles son los malos de la historia, sin más matices. Al cabo, Sabatini escribía folletines en inglés, y el género y el mercado lo exigían. No obstante, hay atisbos en la prosa del italiano que indican que callaba bastante de lo que sabía. Sorprende leer, por ejemplo, cosas como esta:

—No comprendéis dijo. Me limito a trataros a vosotros, perros ingleses, exactamente como vuestros perros ingleses han tratado a los españoles en el mar, ¡infernales bandidos! Y yo tengo la nobleza de hacerlo en mi propio nombre, mientras que vosotros, monstruos de perfidia, vosotros enviáis a vuestros capitanes Blood, a vuestros Hagthorpes y a vuestros Morgans contra nosotros, y os quitáis luego de encima toda responsabilidad por lo que hacen. Os laváis las manos como Pilatos y soltó una carcajada. Permitid, pues, que España se las lave también. Permitidle que se desentienda de toda responsabilidad cuando vuestro embajador en El Escorial vaya gimiendo a quejarse ante el Consejo Supremo por este acto de piratería del almirante don Miguel de Espinosa.

(Capitán Blood, página 247)

… pero dejemos la sal para otras heridas, que estas son ya viejas, y el que lo desee siempre podrá documentarse; hablemos del autor y su libro.

Rabel Sabatini, italiano de origen, tiene una extensa obra deudora de autores como Dumas o Walter Scott. Sabatini produjo una narrativa principalmente histórica, en la que la ficción se solapa con los hechos históricos. Aunque escribió su primera novela en 1902, el éxito le vino años después con títulos tan famosos (sobre todo por sus adaptaciones al cine) como Scaramouche y este Capitán Blood que nos ocupa.

Sab_CB_1927

Cubierta de la edición norteamericana de 1927

Su protagonista, Peter Blood, irlandés, es acusado injustamente de traición a la corona por prestar atención médica a un rebelde y acaba como esclavo en las colonias caribeñas. Llevado por las circunstancias, Blood se hará pirata y acabará labrándose un nombre en la Hermandad de la Costa que rivalizará con filibusteros de la talla de Morgan1 o L’Olonnais.

Peter Blood es un personaje sencillo pero muy atrayente. Pese a estar trazado con unas pocas líneas y a representar valores tan atípicos —y folletinescos— en un verdadero pirata como el honor o el deseo de verdad y justicia, Sabatini consigue que cobre verdadera vida gracias a que no duda en mostrarnos las flaquezas y dudas de su protagonista.

Porque, ante todo, el italiano conocía bien su oficio. No en vano fue uno de los autores más leídos de la primera mitad del s. XX. Sus libros son atrapan desde la primera hasta la última de sus páginas. Rebosan una pasión indudable, mezclada con una vena cínica y crítica nada desdeñable. Naturalmente estamos hablando de un libro que acusa los lastres del género folletinesco, como el de la caracterización maniquea de los personajes, la presencia de la clásica —e inevitable— historia de amor imposible, y lo que quizás sea el principal obstáculo para un lector “moderno”: una presencia muy evidente del narrador, el cual no duda en justificar y disculpar las acciones dudosas del protagonista.

No obstante, aún hoy, Capitán Blood sigue siendo una lectura obligada para los aficionados a la narrativa de aventuras y, para qué negarlo, una novela endiabladamente divertida.

1 De hecho Sabatini no duda en contraponer a su Peter Blood con la figura del pirata Morgan, e incluso se permite la chanza de arrojar dudas sobre la credibilidad del principal texto sobre él, el famoso Bucaneros de América, escrito por Alexandre O. Exquemelin a partir de sus vivencias personales a bordo de varios buques piratas.