Recursos retóricos, 1

Introducción

Puede que no supieras de su existencia, pero los has leído e incluso, quizá, los has usado de forma inconsciente, bien gracias a la inspiración o al aprendizaje inherente que supone la lectura.

Me refiero a los recursos retóricos, formados principalmente por las figuras retóricas y los tropos. En esta serie de artículos pretendo acercarme a ellos desde una perspectiva principalmente práctica.

Podríamos definir recurso retórico como cualquier manipulación del lenguaje para conseguir un efecto determinado, como aumentar la expresividad, persuadir sobre algo o enfatizar ideas y significados.

El caldo de cultivo original de los recursos retóricos fue la oratoria,[note]Junto a los tropos, las figuras eran parte fundamental del ornatus retórico de la elocutio, la tercera de las partes artis o fases de elaboración del discurso según Cicerón (Inventio, Dispositio, Elocutio, Memoria y Actio). [/note] pero estos fueron trasladándose a la literatura y otros medios tan alejados ―en principio― de este origen como el publicitario.

Notas previas:

§ Esta relación dista bastante de ser exhaustiva. He centrado la selección de figuras y tropos en aquellos que considero más interesantes para la narración en prosa. Esto conlleva que habrá recursos que, por considerarlos de escasa aplicación o interés según el anterior criterio, no se tratarán en estos artículos.

§ En cuanto a la ordenación de los recursos, he optado por una clasificación alfabética por varios motivos:

―Es sencilla;

―no hay consenso en la clasificación de las figuras retóricas y los tropos, por lo que sería comprometido decantarme por una u otra;

―favorece una presentación variada de los distintos recursos; de presentarlas por familias las entregas serían demasiado uniformes, y esta serie de artículos pretende ser divulgativa y amena.

§ Los ejemplos en prosa sin atribución de autor son de cosecha propia.

Dicho esto, comencemos. Le toca el turno a tres figuras retóricas de la letra a: la aliteración, la anadiplosis y la anáfora.

Aliteración

La aliteración es una figura clasificada como de repetición fonológica; consiste en la reiteración de un mismo fonema o fonemas similares a lo largo de una frase. (La asonancia, por otro lado, sería una forma más limitada de aliteración, en la que la repetición se limita a las vocales dentro de la frase).

Aunque se podría considerar más propio de la poesía que de la prosa, este recurso puede emplearse en esta de forma muy efectiva para sugerir sensaciones, reforzar significados y favorecer la expresividad. En algunos casos, la aliteración recrea sonidos y podría asimilarse a una onomatopeya.

La aliteración es muy frecuente en los dichos populares y en los trabalenguas (artificios del lenguaje menos inocentes de lo que uno pudiera pensar, pues se han empleado como shibboleth[note]Shibboleth, término de origen hebreo, podría asimilarse al concepto de santo y seña; frases que delatan a ciertos grupos, como los hablantes nativos de un idioma de los que lo han aprendido en la edad adulta. Los trabalenguas se han empleado para este fin porque pueden resultar prácticamente imposibles de recitar bien para los hablantes no nativos de un idioma. [/note] a lo largo de la historia).

Veamos algunos ejemplos:

Poesía:

«El silbo de los aires amorosos» (San Juan de la Cruz).

«Bajo el ala aleve del leve abanico» (Rubén Darío).

«El ruido con que rueda la ronca tempestad» (Zorrilla).

«Oye el sórdido son de la resaca, infame turba de nocturnas aves» (Góngora).

Prosa:

«La bestia irrumpió en la sala entre el restallar de la madera. Abatió sus garras: desgarró carne, rompió huesos, derramó sangre y entrañas».

Trabalenguas y refranes populares:

«Donde dije digo, digo Diego».

«Tres tristes tigres tragaban trigo en un trigal en tres tristes trastos.

En tres tristes trastos, tragaban trigo en un trigal, tres tristes tigres».

«Pablito clavó un clavito en la calva de un calvito, en la calva de un calvito, clavó un clavito Pablito».

Nota:

Como todo recurso de tipo fónico, la aliteración, mal empleada, puede producir rimas internas y cacofonías molestas, por lo que se recomienda emplearlo en dosis moderadas y con sutileza.

Anadiplosis

La anadiplosis (también llamada conduplicación o reduplicación) es la repetición de una misma palabra o secuencia de estas al final de un verso o una cláusula y al principio del que sigue.

Lo veremos mejor con algunos ejemplos:

Poesía:

«Nadie ama solamente un corazón: / un corazón no sirve sin un cuerpo» (J. M.ª Fonollosa).

«Mal te perdonarán a ti las horas; / las horas que limando están los días, / los días que royendo están los años» (Luis de Góngora).

«Estando en Valencia el Cid de trabajos muy cansado, / cansado de tantas guerras como por él han pasado» (Anónimo: Romancero del Cid).

Teatro:

«¡Mueran tiranos traidores! / ¡Traidores tiranos mueran!» (Lope de Vega).

Prosa:

«―Así que me dije que sería bueno acompañaros, así dejaríais por un rato de hablar de deudas; deudas que, os lo prometo, os dejarán de atormentar pronto».

Anáfora

La anáfora es otra figura de repetición. En este caso, se repite una palabra o grupo de palabras al principio de cada verbo o cláusula.

La anáfora tiene carácter enfático e insistente; imprime una cadencia monótona y profética a un texto; por eso mismo se ha empleado en muchos (y excelentes) discursos.

Ejemplos de esta figura:

Oratoria:

«… lucharemos en Francia; lucharemos en los mares y océanos; lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire; […] lucharemos en las playas; lucharemos en los aeródromos; lucharemos en los campos y en las calles; lucharemos en las colinas […]» (Winston Churchill).

«Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los exesclavos y los hijos de los expropietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!» (Martin Luther King).

Poesía:

«Temprano levantó la muerte el vuelo / temprano madrugó la madrugada / temprano estás rondando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada / no perdono a la vida desatenta / no perdono a la tierra ni a la nada.» (Miguel Hernández).

Prosa:

«Si hubiera soplado el viento, este habría suspirado entre las ramas […]. Si hubiera habido gente en la posada, […] ellos habrían llenado el silencio […]. Si hubiera habido música…» (Patrick Rothfuss).

«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos […].» (Charles Dickens).

Bien, aquí finaliza la primera entrega; espero que les haya gustado.

Bibliografía

  • GARCÍA BARRIENTOS, JOSÉ LUIS: Las figuras retóricas. El lenguaje literario 2, 3.a ed., Madrid: Arco Libros, 2007.
  • SPANG, KURT: Fundamentos de retórica literaria y publicitaria, 3.ª ed., Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1991.
  • http://retorica.librodenotas.com/
  • http://www.retoricas.com/