Recursos retóricos, 4

Cuarta parte de esta serie sobre los recursos retóricos: en esta ocasión nos ocuparemos de dos recursos, la antítesis y el apóstrofe.
Conviene recordar al lector que esta relación no es ni intenta ser exhaustiva; en otras palabras, retorciendo el retruécano del refranero: son todos los que están, pero no están todos los que son.
Aclarado esto, comencemos:

Antítesis

La antítesis es una figura retórica que se caracteriza por la oposición de dos conceptos mediante palabras o proposiciones antónimas ―esto es, opuestas―, las cuales están en proximidad.

Este recurso consigue un fuerte contraste que, bien utilizado, produce imágenes muy vívidas y permite reforzar conceptos.

Veamos unos cuantos ejemplos:

«Es tan corto el amor / y tan largo el olvido». (Pablo Neruda: Veinte poemas de amor y una canción desesperada).

«Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar» (Popular).

«Mis arreos son las armas, / mi descanso, el pelear, / mi cama, las duras peñas, / mi dormir, siempre velar» (Romancero anónimo medieval).

«¡Mira qué arrogante pasa, / cuánto lujo por el cuerpo, / cuánta pobreza en el alma!» (Juan Ramón Jiménez).

«Que es fe en pecho de mujer, / vivo engaño y verdad muerta» (Lope de Vega).

«Es hielo abrasador, es fuego helado, / es herida que duele y no se siente, / es un soñado bien, un mal presente, / es un breve descanso muy cansado» (Quevedo)

Nota:

Algunas clasificaciones, como la de José Luis García Barrientos (ver bibliografía) consideran como variedades particulares de la antítesis a las siguientes figuras: cohabitación, oxímoron, paradoja, paradiástole y antimetábole (esta última la vimos en la tercera entrega de esta serie).

Antonomasia

La antonomasia es una de esas figuras retóricas que se usan con profusión en los medios, muchas veces de forma inconsciente. Es un tipo de sinécdoque ; consiste en sustituir un nombre propio por un apelativo, el cual suele aludir a una característica señera del referente de la antonomasia.

Lo veremos mucho mejor con varios ejemplos:

―en la mitología, es frecuente emplear esta figura para nombrar a los dioses. Por ejemplo, los dioses olímpicos griegos tenían numerosos apelativos: Zeus, «padre de los dioses y los hombres», «amontonador de nubes»; Poseidón, «agitador de la tierra»; Apolo, «luminoso», «el que aparta el mal»; Artemisa, «la que blande la jabalina»; Hermes, «el que trae suerte», «dador de hechizos»; etcétera;

―en la música popular, es muy frecuente emplear la antonomasia para designar a artistas de cierta importancia: Elvis Presley es «el rey»; Bruce Springsteen, «el jefe»; Frank Sinatra, «la voz», entre otros muchos.

Pero la antonomasia no solo puede aplicarse a personas, sino a toda clase de referentes. Es muy común en los topónimos: París es la «ciudad del amor» o la «ciudad de la luz»; Roma, «la ciudad eterna»; Nueva York, «la gran manzana»; Venecia, «la ciudad de los canales».

Una variante muy en boga de esta figura es la antonomasia vossiana, en la que se sustituye un nombre propio por otro. De esta forma, siguiendo un proceso de abstracción, el referente se convierte en el modelo de un conjunto de cualidades.

Por ejemplo, si dices de tu jefe que es «un Hitler», estás empleando esta figura. (Y por tu bien, espero que estés exagerando).

Un uso (yo diría abuso) particularmente extendido de esta variante de la antonomasia puede observarse en los blurbs o textos de contracubierta de los libros. En los últimos años, ¿de cuántos autores se llegó a decir que eran el nuevo Tolkien? Exacto. Demasiados.

Apóstrofe

El apóstrofe es una figura retórica clásica, muy usada en obras teatrales, en la que un orador interpela de forma directa ―y por lo general, vehemente― en segunda persona a una o varias entidades. Estas entidades, presentes o no, pueden estar vivas o muertas, ser reales o imaginarias, abstractas o mitológicas; o, incluso, el apóstrofe puede dirigirse al mismo personaje o narrador que emplea esta figura.

En algunas clasificaciones se considera a la apóstrofe un tipo de optación (figura en la cual se expresa un deseo vehemente), junto a otras como la imprecación (en la cual se desea mal a alguien o algo), la execración (donde los malos deseos se dirigen al que usa la figura) o la impetración (en esta, el que emplea la figura ruega un bien para sí mismo a una entidad superior).

Sea como fuere, y dado que todos estos recursos son muy similares, para nuestra serie de artículos nos quedaremos con apóstrofe como hiperónimo: al cabo, la clave de todas estas figuras reside en que se interpela a una entidad con vehemencia para expresar un deseo o petición.

Algunos ejemplos:

«¡Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas!» (Juan Ramón Jiménez: Eternidades).

«Olas gigantes que os rompéis bramando / en las playas desiertas y remotas, / envuelto entre las sábanas de espuma, / ¡llevadme con vosotras!» (Gustavo Adolfo Bécquer: «Rima LII»).

«¡O virtuosa, magnífica guerra! / En ti las querellas volverse debían, / en ti do los nuestros muriendo vivían / por gloria en los cielos y fama en la tierra, / en ti do la lanza cruel nunca yerra / nin teme la sangre verter de parientes; / revoca concordes a ti nuestras gentes / de tales quistiones y tanta desferra» (Juan de Mena: Laberinto de Fortuna).

«Goza cuello, cabello, labio y frente, / antes que lo que fue en tu edad dorada / oro, lirio, clavel, cristal luciente, / no solo en plata o viola troncada / se vuelva, más tú y ello juntamente / en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada» (Luis de Góngora: Mientras por competir con tu cabello…).

«Ven, noche gentil, noche tierna y sombría dame a mi Romeo y, cuando yo muera, córtalo en mil estrellas menudas: lucirá tan hermoso el firmamento que el mundo, enamorado de la noche, dejará de adorar al sol hiriente» (William Shakespeare: Romeo y Julieta).

«Vida, ¿qué puedo yo darle / a mi Dios que vive en mí, / si no es perderte a ti
para mejor a Él gozarle?» (Santa Teresa de Jesús: Vivo sin vivir en mí).

Y hasta aquí llegó la cuarta entrega. Os espero en la próxima.

Bibliografía

  • GARCÍA BARRIENTOS, JOSÉ LUIS: Las figuras retóricas. El lenguaje literario 2, 3.a ed., Madrid: Arco Libros, 2007.
  • SPANG, KURT: Fundamentos de retórica literaria y publicitaria, 3.ª ed., Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 1991.
  • http://retorica.librodenotas.com/
  • http://www.retoricas.com/