Sombras y ceniza (por fin, o casi)
Sí. Finalmente, ya tocaba, he decidido autopublicar mi novela Sombras y ceniza. Si queda algún lector viejo de este blog (¿hola?), recordará que (ejem), hace un tiempo (ejem, ejem, ya casi tres años), puse una entrada sobre la novela. Aquí.
Ya me vale, ¿verdad? Tres años… Eso sí que es dejar dormir la historia en un cajón, y lo demás son tonterías.
Quizá tengan algunas preguntas que hacerme. Al menos, yo tengo ganas de justificarme, así que vaya una ronda corta de preguntas y respuestas, valiéndome de mi querido lector hipotético™. Vamos allá:
Lector hipotético: Esto… ¿de qué iba la novela?
Veamos. Algo así, más o menos:
Año 194 después del Azote: en la próspera Mur’ubi, enclave estratégico para el dominio marítimo del mundo conocido, un brutal asesinato desencadena una lid de sangre entre las dos facciones rivales que controlan la ciudad, los Mur Teryed y los Mur Asyb, mientras que una conspiración fraguada en las sombras amenaza con cambiar el orden establecido.
Cuatro hombres se verán envueltos en los acontecimientos que moldearán el futuro de Mur’ubi y el amanecer de una nueva era, marcada por la supremacía de las armas de trueno, los buques de guerra y la pugna entre las naciones occidentales y el Imperio taibnio:Naúd, aprendiz de una hermandad de asesinos que rinde culto a la diosa Mahyarat, descubrirá que toda su vida no ha sido más que un espejismo. Su búsqueda para descubrir la verdad sobre su pasado cambiará su vida y la de sus allegados, para siempre.
Zaiel, antes capitán de guerra de la Armada, ahora senescal de Mur’ubi, vive a la sombra de un hombre considerado como una leyenda viva, el cual murió en extrañas circunstancias. Ante la tormenta que barrunta en el horizonte, teme no estar a su altura cuando los acontecimientos lo exijan.
Faruh, ciego y tullido tras la célebre batalla de Verdesaguas, medra en las calles de Mur’ubi como decidor, mendigo, alcahuete, correveidile y otras muchas más cosas, mientras desespera por cumplir una promesa que lo ata más fuerte que cualquier cadena.
Nezaj, anciano patriarca de los Mur Asyb y egregio del Cónclave, lucha con denuedo para mantener el ascendiente de su linaje en una guerra sutil pero despiadada: la política de Mur’ubi.
LH: Ah. ¿Y por qué has tardado tanto en decidirte a publicarla, hombre?
Bueno. He estado ocupado (ejem). Aunque el verdadero motivo es que hasta hace poco no he tenido ánimos para autoeditarla, simple y llanamente. Y, al menos el primer año, intenté publicarla por medios tradicionales.
Y fracasé miserablemente, claro.
Ahora podría pontificar sobre las ventajas de la autopublicación, justificando mi decisión con esta o esta entrada, pero lo cierto es que sería jugar a la zorra y las uvas de Esopo. No cabe engañarse, la verdad: por mucho que racionalmente, sobre todo ahora que conozco un poco el paño editorial, siga considerando que publicar con una editorial pequeña no tiene demasiadas ventajas y que autopublicarse tiene muchas, lo cierto es que mi intento fracasado de colocar el manuscrito de mi novela me escoció en su día.
Repito: no cabe engañarse. Ninguna de las editoriales a las que envié el manuscrito de la novela se interesó por él, así que ante la disyuntiva de arrumbar Sombras y ceniza en un cajón, junto a otras obras inacabadas, y autopublicarme, he optado por lo segundo. Y me gustaría que alguien se alegrase por ello.
LH: Bueno. ¿Y cuándo podré leerla?
Muy pronto. En serio. De veras. Que sí. Estoy en pleno proceso de autoedición (cubierta, tripa, apéndices, etcétera), y calculo que, si todo va como debe, para principios o mediados de abril debería estar, en físico y digital.
No obstante, me he decidido a colgar un adelanto de la novela (un tercio, más o menos, de su extensión).
Si os place, podéis descargarlo aquí:
(El archivo es un ZIP con la novela en tres formatos: PDF, EPUB Y MOBI [Kindle]). Como indico en el prefacio, si bien el texto de la novela está casi fijado, puede haber algún yerro o discrepancia respecto de la versión final.
Y por ahora, eso es todo. Prometo informar de cualquier progreso. Os lo pongo difícil, pero tenedme algo de fe.