Herramientas del oficio, vi: Scapple

The hardest thing is knowing what to write.
Syd Field

Quizás sea la primera vez que cito al famoso guionista Syd Field, pero no será la última. Como bien dice Field, saber qué escribir es lo más difícil. Por supuesto, el saber cómo escribirlo entraña, también, no pocas dificultades y secretos, pero en narrativa una cosa debería llevar a la otra: una vez que sabemos qué queremos contar, encontrar el cómo es una tarea mucho más llevadera.

En esta entrega de la serie analizaré una herramienta que considero especialmente útil para clarificar nuestras ideas respecto a qué y cómo escribir: Scapple.

¿Sca… qué?

Scapple es un programa creado y distribuido por Literature & Latte, los padres de Scrivener, del cuya beta para Windows ya hablé en su día.

Se trata de un programa intuitivo y fácil de usar. Su propósito es anotar ideas mediante notas breves de forma no lineal, rápida y libre, en una especie de «pizarra virtual», para después interrelacionarlas y disponerlas a nuestro antojo, de forma que podamos organizar visualmente nuestras ideas.

Esto, que tal vez suene confuso, es de lo más sencillo en la práctica, y esa es una de las principales virtudes de Scapple: su sencillez.

Scapple no es sino la versión digital de una hoja en blanco donde garrapatear ideas al desgaire, según nos vayan viniendo; algo que todos hemos hecho alguna vez.

Veamos cómo funciona este programa con un ejemplo:

Supongamos que queremos bosquejar un artículo sobre las bondades de Scapple, como el que están ustedes leyendo ahora mismo.

Al abrir el programa, lo primero que vemos es esto:

Scapple_01

Nada más. Una pantalla en blanco, con una interfaz mínima, y un escueto mensaje: Double-click anywhere to create a note (Doble clic en cualquier lugar para crear una nota).

Y ya está. Superado el primer instante de desconcierto, probamos a crear nuestra primera nota:

Scapple_01_bis

Y un par más:

Scapple_02

Y así, si quisiéramos, ad infinitum. El lienzo de un archivo de Scapple, a diferencia de una pizarra o una hoja de papel, es prácticamente inacabable.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer con estas notas?

Prácticamente, lo que queramos. Moverlas a donde se nos antoje, disponerlas en grupos, apilarlas o interrelacionarlas mediante flechas. En el ejemplo que nos ocupa, ordenaremos los elementos hasta encontrar la estructura final del artículo:

Scapple_03

Como se puede apreciar, el esquema de más arriba es un resumen visual y esquemático de este artículo. A partir de ahí, escribirlo ha sido cuestión de hallar tiempo y darle a la tecla, sin dudas ni rodeos en su escritura.

Para eso sirve Scapple. No hay más. O no mucho más. A primera vista, a muchos Scapple les podrá parecer simplón y de escasa utilidad, pero es precisamente esa simplicidad y comodidad de uso la que consigue que este programa sea versátil, práctico y muy útil; en mi caso, ha acabado siendo una herramienta imprescindible según qué tareas.

¿Cómo lo uso? Digamos que sigo un proceso de cuatro pasos:

  1. Anotación libre de ideas: escribo en notas sueltas, de forma libre, sobre qué quiero escribir, a medida que me van viniendo a la cabeza.
  2. Una vez juzgo tengo suficientes notas, las redistribuyo por la pizarra virtual de Scapple. «Juego» con ellas. Añado algunas, o quito otras.
  3. Empiezo a establecer conexiones entre ellas. En Scapple basta con arrastrar una nota sobre otra para unirlas mediante líneas.
  4. Finalmente, estructuro las notas según las conexiones del tercer paso, hasta llegar a un esquema o «mapa» de lo que quiero expresar.

(Por cierto: las ideas no tienen por qué ser siempre notas. Scapple también permite incluir imágenes, arrastrándolas hacia el archivo que estemos trabajando).

Hay muchas más aplicaciones posibles para Scapple, por supuesto. He aquí algunos apuntes:

Aplicaciones narrativas:

Planificación de escenas

En esta aplicación, en concreto, abundaré en artículos posteriores. Mediante Scapple es muy fácil y cómodo planificar una escena de nuestra historia. Podemos incluir fragmentos que ya tengamos (de diálogos, descripciones, etcétera), localizaciones, personajes, acciones de estos, y relacionarlos hasta alcanzar una secuencia coherente.

Planificación de argumentos

Si la anterior aplicación sería plantar un árbol, esta se trata de ver el bosque en su conjunto; el macro del micro. Scapple resulta especialmente útil cuando estamos en la fase de planificación de una historia: nos permite anotar ideas para escenas, sin obligarnos a una estructura secuencial, para de forma paulatina ir «hilando» nuestro argumento. A partir de ese esquema podemos fácilmente sacar la escaleta de escenas de nuestra historia.

Diálogos

Los diálogos traen de cabeza a muchos escritores. Sin ir más lejos, en muchas ocasiones al que esto suscribe. Con Scapple es rápido y cómodo plantear y ordenar la secuencia de parlamentos de un diálogo, a partir de las ideas que queremos abordar.

Otras aplicaciones:

Preparar entrevistas, reuniones y exposiciones

Scapple puede ser muy útil para esquematizar entrevistas, reuniones y exposiciones. Anota las ideas que quieres trasmitir a tus oyentes sin preocuparte por su orden, y luego estructura tu exposición.

Planificación de tareas complejas

Scapple también sirve para trazar un plan de trabajo cuando las tareas son complejas y no se recuerdan todas las subtareas que las componen. ¿Un ejemplo concreto? Planificar una mudanza. Cosa nada baladí, por cierto; puedo dar fe de ello.

Argumentarios de ventas

Scapple puede funcionar muy bien para esquematizar argumentarios de ventas, los cuales se usan con asiduidad en la actividad comercial de muchos sectores.

Para terminar: tal vez Scapple no sea útil para todo el mundo, pero desde luego les animo a probarlo; pueden hacerlo bajando una demo desde la página de Literature & Latte, la cual les permitirá utilizar el programa durante 30 días no consecutivos. Hay una pega: por ahora, Scapple no está traducido al castellano.

Y ya por último, les dejo con un vídeo de introducción de este programa (en inglés).